El Señor del Veneno guarda un secreto detrás de su color que ha sido explicado a feligreses a través de impactantes historias.
Una de las representaciones más emblemáticas e importantes del catolicismo en México es el Señor del Veneno en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. La pieza está fabricada con pasta de caña de maíz y se ubica en el Altar del Perdón, donde miles de feligreses llegan cada año a brindarle devoción y veneración.
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El también llamado Cristo Negro, es una escultura recientemente restaurada. Su fabricación de pasta de maíz policromada fue a modo de una técnica indígena muy antigua. En el siglo XVII se encontraba en la capilla del Seminario de los Dominicos de Porta Coeli en la Ciudad de México. Sin embargo, fue trasladado a la Catedral durante la Guerra Cristera para evitar su destrucción.
De acuerdo con los fieles, el Señor del Veneno es altamente milagroso y por esto mismo, cada día se escuchan las oraciones, rezos, peticiones y agradecimientos alrededor de la representación.
Su color esconde una leyenda llena de sincretismo y misterio que sustentan las facultades milagrosas del crucifijo.
La historia detrás de El Señor del Veneno
En el año 1602 llegó a la Nueva España una delegación de los padres dominicos. Después de instalarse fundaron el seminario católico Porta Coeli. Durante un tiempo contaron con la imagen de Jesús de color blanco como el mármol.
La tradición oral cuenta que un sacerdote siempre le ofrecía oración al crucifijo y al finalizar siempre le besaba los pies. Un día, un fiel le confesó que había atentado contra la vida de alguien más después de haberle robado sus pertenencias.
El sacerdote le aseguró que para brindarle la absolución era necesario que devolviera lo robado y se entregara a la justicia. Ya que, para conseguir el perdón no sólo bastaba con confesar el pecado, también tenía que arrepentirse y remediar el daño.
Sin embargo, el hombre enfureció y decidió darle muerte al sacerdote por miedo a que lo fuera a entregar ante la justicia. Así que, con este macabro plan en mente, se escabulló en la capilla y ungió los pies del crucifijo con veneno.
Como cada noche, el clérigo ofreció sus oraciones frente al Cristo. Al finalizar intentó besarle los pies, como de costumbre. Pero en esta ocasión, la imagen flexionaba las rodillas para elevar los pies. Al mismo tiempo se asegura que el Cristo absorbió el veneno y por eso adquirió ese color negro.
Se cuenta que el hombre que intentó matar al sacerdote presenció el milagro. Por esto mismo, se entregó a las autoridades y confesó sus delitos. Además, ofreció perdón a Dios por sus faltas cometidas.
Otra versión sobre el origen del Cristo Negro de CDMX
La otra versión de la historia no tiene que ver meramente con un relato católico o que involucre a la fe cristiana. De hecho se trata de un sincretismo entre las tradiciones indígenas y la tradición católica.
En este caso, la historia tiene un origen sociopolítico. Los reyes de España se habían comprometido a la evangelización de los territorios conquistados a la fuerza. Por esto mismo, se envió a un grupo de evangelizadores que fueron los primeros en estudiar y registrar las tradiciones indígenas.
Después de un análisis minucioso, los evangelizadores comprendieron que el color negro estaba asociado con Tezcatlipoca, Dios creador, supremo y omnipotente. Así que los evangelizadores cambiaron el color de Cristo para que este fuera relacionado con la divinidad mexica y, de esta manera, cumplir con el designio monárquico de evangelizar los territorios del continente americano.
Hoy en día miles de personas siguen visitando al Cristo Negro todos los años. Incluso hay quienes aseguran que sigue realizando milagros para los fieles.