Ciudad de México
En muchas de las calles de la zona de Cuautepec, el único medio de transporte viable son los vochotaxis.
El rabajador del volante Juan Jiménez Mendoza, trabaja seis días a la semana en su vochito color azul cielo por las calles más empinadas de este barrio ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero, con gran habilidad.
Para el hombre, la regulación que anunció el mes pasado el Gobierno de la Ciudad de México “no significa un problema”; tiene la certeza de que este medio de transporte continuará, porque es el único “capaz de aguantar” las complicadas subidas y bajadas, además de ofrecer un costo accesible a los usuarios.
Con 20 años de dedicarse al “biznes de los vochos”, Juan está consciente de que en este barrio la mayoría de los vehículos son pirata, pues no pagan ningún tipo de impuesto o contraprestación, además de que no todos invierten en su mantenimiento.
Dice que hay dos tipos de vochotaxis: los que salen (a otras partes de la ciudad) y los que no salen de Cuautepec.
Circulando por la calle Central con una mano en el volante para luego descender por vialidades bastante empinadas, este conductor cuenta a La Razón que los vochos descansan un día a la semana con el propósito de que los propietarios den mantenimiento a sus vehículos.
“Con este llevo más o menos tres años, pero a eso me dedico, compro, arreglo y vendo los vochos que uso”, comparte.
Sin embargo, hay cierta dificultad para maniobrar un vehículo en estas condiciones, puede ser riesgosa para algunos conductores, reconoció el taxista, quien afirmó que “hay hasta viejitos que los manejan, uno los ve manejando como si nada, pero sí tiene su riesgo, hay que ser cuidadoso, aunque uno ya se la sepa”.
Los ‘vochos’ fueron el vehículo icónico de la Ciudad de México por más de 30 años, desde la década de los 60 del siglo pasado hasta 1997, cuando comenzaron a desaparecer de las calles más concurridas de la capital. Pero Cuautepec fue la excepción.
Habitantes de la zona, ven a los vochotaxis como “un mal necesario”, pues se trata de autos particulares que ofrecen servicio de transporte sin tener ningún control, ni de los vehículos ni de los choferes.
Comentan que este sistema de transporte, a pesar de ser irregular es necesario, porque ningún otro automóvil sube con tanta facilidad y sin quedarse parado en medio de una calle. Los carros más nuevos no suben, coinciden.
“Ha habido muchos delitos, como secuestros o robos, por eso los quieren regularizar”, cuenta María Luisa, una vecina de la zona.
“No creo que haya resistencia de su parte y de nosotros tampoco”, comentó otro ciudadano consultado, para quien “la seguridad debe de ser lo primero y lo más importante”, agregó.
Además, coincidió en que el servicio es necesario, aunque lamentó que hay taxistas —sobre todo los que no trabajan en bases— que suelen ser irresponsables.
Ahora, en los sitios de los vochotaxis, es sencillo dentificar a los vehículos con registro: basta con observar las cinco calcomanías con su número, que deben llevar pegadas en las partes frontal y trasera del vehículo, en las dos puertas y en el toldo.
Esto mismo se puede observar en las calles y avenidas, donde decenas de autos Volkswagen sedán pintados de distintos colores, algunos con motivos especiales y decoraciones, otros medio destartalados, ya cumplen con el registro que arrancó a finales de septiembre y cierra a mediados del próximo mes.
Registrar los vochos es “bastante sencillo”, dicen taxistas. El primer paso consiste en la verificación de documentos oficiales, tanto del vehículo como del propietario; luego viene la captura y registro de las unidades y finalmente la colocación del número de identificación por medio de las calcomanías. Este trámite tiene lugar cinco días a la semana en el Deportivo Carmen Serdán.
No obatante, la regulación aún está lejana. Hasta ahora, estos vehículos funcionan cada uno con sus propias tarifas, la mayoría de ellos con un cobro mínimo de 25 pesos. Se desconoce si en algún momento tendrán que usar taxímetro.
Aunque, las autoridades tienen contemplado registrar a unos dos mil vehículos que operan en colonias de difícil acceso, como Malacates, Tlalpexco, Castillo Chico, Vista Hermosa, Castillo Grande y otras.
Con información de la Razón