Ciudad de México
En el reclusorio Norte de la alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México, José de 53 años de edad y Manuel de 48 se encuentran en el taller de costura institucional.
Según José esta es una oportunidad para demostrarle a su familia que puede contribuir con los gastos que hacen por él al estar el preso: “Yo llegue hace 12 años y prácticamente yo no sabía nada de costura, después de ahí ellos me empezaron a entrenar a enseñar el manejo de las máquinas y gracias a Dios de ahí empezó mi reinserción, ya cuando yo llegue a salir creo que ya tengo un oficio y esperemos en Dios y la Virgen que sea pronto y enseñar a la gente de allá afuera porque es difícil estar aquí».
Mientras tanto, Manuel, recuerda con pesar que estar recluido es una pena muy grande para él, sin embargo, aprende de las clases que toma en prisión: “Yo llegué aquí sabiendo nada más manejar una máquina Over ahorita sé manejar las rectas, me están capacitando para la bordadora y en el poco tiempo que llevo yo aquí me he desenvuelto bien en este taller».
Por su parte, Fabiola Cruz, subdirectora de Trabajo Penitenciario de la Ciudad de México, señaló que, en costura institucional, los reos hacen los uniformes para ellos mismos y para sus compañeros de toda la población de los 13 centros de reinserción que hay en la capital del país.
Además de la costura entre otras actividades que se realizan en el segundo penal más poblado de la ciudad con 6 mil 523 reos de acuerdo a datos oficiales, es la creación de la pintura vinílica. Roberto de 52 años y Arturo de 43 participan en el.
A decir de Roberto al mismo tiempo que recuerda con cariño a sus hijos y desea que al salir de la cárcel pueda tener una empresa de pintura: “Lo que nos han enseñado es la medida de productos que debemos utilizar y la medida exacta de cada producto se lleva a la molienda, tiene un determinado tiempo entre una hora y dos para que realice la pintura el trabajo completo ya después se envasa se etiqueta y ya está lista para su distribución”
Para Arturo, un hombre de pocas palabras enfocado en su trabajo, su familia sabe cómo es su comportamiento, dentro y fuera de prisión, pero aprovecha la oportunidad de aprender a hacer pintura: “Vinieron a darnos un curso para elaborar la pintura de cero así que nos capacitaron en un curso de 40 y tantas horas y de ahí venimos elaborando lo que es la pintura”
La Dirección de Trabajo Penitenciario de la CDMX, indica que en este taller aprenden a diferenciar los materiales con los que se elabora la pintura, así como a utilizar la maquinaria con la que se elabora.
Asimismo, todos los internos pueden solicitar su integración a alguna de las actividades, reciben lo equivalente a un salario mínimo por 8 horas de trabajo: “Hay un área que se llama organización del trabajo donde las personas acuden y hacen su solicitud para empleo y hay una fila de espera entonces se les hacen pruebas para ver sus capacidades y habilidades y ver en donde pueden encajar” dijo Fabiola de la Cruz.
Agregó que todos los productos que realizan los internos se pueden adquirir en la tienda institucional del Sistema Penitenciario ubicada en San Antonio Abad 130 en la CDMX con la marca registrada «Hazme valer».
Hay una frase que acompaña los productos que se realizan en prisión, la cual se decidió adoptar en consenso con las personas privadas de su libertad de todas las cárceles de la Ciudad: “Surgió el hazme valer que es lo que ellos manejan, cuando te ofrecen un producto alguna artesanía que hacen aquí te dicen hágame valer cómpremelo, también el logo que representa como un colibrí que representa la libertad para ellos” añadió De la Cruz.
“Es una terapia ocupacional aquí se nos olvidan los problemas con el trabajo, la escuela es una manera de entretenernos de pasar el tiempo” compartió Roberto.
“Lo único que le puedo decir a esos muchachillos, que todo tiene un karma y que todo lo que ellos hagan tarde o temprano lo van a pagar, es muy bonito en el momento de que como dicen ellos la coronamos, estamos contentos pero ya cuando estamos aquí la sufrimos y hacemos sufrir a mucha gente» concluyó, José.
Con información de Excélsior